Recuerdos de infancia en la Fría Bogotá

Escrito por: Griselda Mendoza - Estudiante Escuela de Comunicaciones y Medios Audiovisuales.

Recuerdo la fría y querida Bogotá, ciudad donde fue mi nacimiento. El parto lo atendió Lolita, la enfermera del barrio. Así pasaron los años, recorriendo calles donde se veían señores vestidos elegantemente con su traje de paño, corbata, camisas de cuellos almidonados, mancuernas y pisacorbatas. Las damas llevaban trajes largos hasta la pantorrilla, medias veladas de seda muy finas y estaban discretamente maquilladas.

Mi madre trabajaba en un taller de costura de gran renombre; mi padre, electricista de los Ferrocarriles Nacionales. Mi hermana (Q. E. P. D.) estudiaba en un colegio llamado Modelo del Norte. Esa institución formaba a las niñas no solo en educación académica, sino también en artes como costura, bordados, tejidos, etc. 

Los domingos, mi madre nos llevaba de salida en familia a la Plaza de Bolívar. Recuerdo que nos llevaba el famoso friambre, pues no le gustaba darnos comida de restaurante. Visitábamos la Quinta de Bolívar, lugar que conserva muchos recuerdos del general. También íbamos al teatro de la Media Torta, donde se presentaban músicos, payasos y obras de teatro, al Chorro de Quevedo, la pila del mono… donde los habitantes del sector iban por agua. Mi progenitora nos contaba que, cuando a alguien le pasaba algo y se quejaba demasiado, le decían:

“¡Vaya y quejese a la pila del mono!”, como una forma de decirle que ya no molestara más, jajaja.

También nos contaba que, cuando la muerte del caudillo, el doctor Jorge Eliécer Gaitán, ella estaba trabajando con un doctor odontólogo. Tenía apenas 12 años y recién había llegado de su municipio natal, Villeta.
Refería que ese día había salido a una cafetería cercana, ubicada en la calle 45 con carrera 12 de Bogotá, a comprar pan para acompañar el cafecito. Al salir de la panadería San Marcos, vio cómo la gente corría y gritaba:
“¡Mataron al doctor Gaitán! ¡Fuego y sangre para vengar la muerte del doctor!”
Ella miraba con horror cómo incendiaban, robaban, cómo la gente corría en turbas, atropellando todo a su paso.
De pronto, un señor elegante y bien vestido le dijo:
—Niña, ¿dónde vive? ¡Escóndase, la van a matar!
Y, de repente, alguien abrió una puerta. Este caballero la hizo entrar en esa casa, decía ella. Cerraron la puerta y, al poco tiempo, pasó un grupo de muchos hombres gritando arengas. Eso eran ríos de gente, enloquecidos por lo sucedido.
Mi madre estuvo allí escondida varios días, hasta que logró reunirse con su jefe.

El día 4 de mayo de 2025, en una salida pedagógica, recordé todos esos bellos domingos que pasaba junto a mi mami, conociendo sitios muy emblemáticos del centro de la ciudad: la Plaza de Bolívar, el Palacio Liévano, el edificio del Congreso, el Palacio de Nariño, la Catedral Primada de Colombia, la Quinta de Bolívar, el Museo Santa Clara, el edificio Murillo Toro y otros sectores llenos de historia de nuestro bello país: Colombia.