Más allá del papel: Una visita a la FILBo 2025

La visita a la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) 2025, desde nuestra formación en la Escuela de Comunicación y Medios Audiovisuales, fue una experiencia clave para observar, analizar y reflexionar sobre cómo se construyen experiencias comunicativas en un espacio que mezcla lo cultural, lo visual y lo narrativo. Más allá de ser una salida de campo, fue un espacio vivo de observación crítica y aprendizaje aplicado.

Uno de los primeros espacios que visitamos fue el taller de cómic. Este espacio permitió acercarnos a un lenguaje narrativo que, aunque suele ser subestimado, combina texto e imagen con una carga expresiva potente. Fue una oportunidad para entender el cómic no solo como producto editorial, sino como herramienta de comunicación visual y social.

 

El pabellón de España, país invitado de honor, presentó una entrada llamativa y sensorial, decorada con nudos de macramé, plantas naturales, telas y redes. Este diseño, acompañado de exposiciones fotográficas, ilustraciones y un recital de poemas, creaba un ambiente místico que generaba expectativa. Sin embargo, esta fuerza visual inicial no logró mantenerse a lo largo del recorrido del pabellón. Aunque destacaban espacios interesantes como los cubículos de poesía, donde se proyectaban videos de poetas recitando sus obras, hubo una limitación técnica importante: la calidad del audio no era óptima, ya que no había un retorno sonoro adecuado que permitiera una escucha clara y cómoda. Esto dificultó la experiencia y afectó el impacto del contenido transmitido.

Más allá del pabellón principal, la FILBo nos mostró múltiples estrategias para acercar el libro al público. Fue interesante descubrir stands donde, por la compra de un objeto pequeño como un póster, podías llevarte un libro, o donde se promovía el intercambio de libros usados. Uno de los formatos más llamativos fue el de los libros sorpresa: pagando $5.000, el visitante recibía un libro envuelto, sin saber cuál era, apelando a la emoción y el juego. Estos mecanismos no solo dinamizan la feria, sino que invitan a redescubrir la lectura desde una experiencia sensorial y emocional.

Uno de los espacios más enriquecedores fue el stand del municipio de El Líbano, Tolima. Llamó profundamente la atención que un solo municipio contara con un stand propio y presentara 89 publicaciones locales. Esta presencia no solo visibiliza las voces de autores emergentes, sino que demuestra cómo desde lo local se pueden construir narrativas poderosas y genuinas. Como estudiantes de comunicación, este contacto directo nos permitió aplicar nuestras herramientas de observación y análisis en un contexto real, valorando la gestión cultural y la comunicación comunitaria como ejes fundamentales del oficio.

Finalmente, más allá del contenido y los espacios recorridos, la experiencia estuvo marcada por lo que significa vivirla en colectivo. La compañía, las conversaciones, los hallazgos compartidos y el ejercicio de pensar juntos nos permitió reforzar no solo el conocimiento, sino también los vínculos como grupo. La comunicación también es eso: construir comunidad, tejer relatos compartidos y mirar el mundo con ojos atentos y sensibles.

 

En conclusión, la FILBo 2025 fue una experiencia que nos permitió observar críticamente cómo se gestionan espacios de comunicación desde lo visual, lo sensorial y lo editorial. Fue también una invitación a poner en práctica lo aprendido, a cuestionar lo que vemos y a seguir formándonos con una mirada amplia, sensible y analítica.

 

Espacios como la FILBo nos recuerdan que la comunicación va más allá de los medios tradicionales. Es una invitación constante a explorar, a cuestionar, a crear. Como futuros comunicadores, entender cómo se diseñan estas experiencias y cómo impactan en el público nos permite fortalecer nuestra mirada crítica. La feria no solo nos mostró libros; nos mostró historias, personas, ideas y emociones. Y eso, más allá del papel, también comunica.

Escrito por: Ana Medrano